lunes, 12 de mayo de 2008

Marväo, una encantadora villa medieval

Este fin de semana hemos visitado un montón de rincones con encanto. Ha resultado ser un viaje maravilloso, de esos que apenas organizas, escarmentado por la "suerte" de preparar toda clase de itinerarios con meses, semanas de antelación y ver que todo al final sale como uno menos se esperaba.
El tiempo se nos ha pasado volando recorriendo media Extremadura y cruzando la frontera a nuestro país vecino: Portugal. Nunca habiamos imaginado la de bellezas que pudimos contemplar en tan poco tiempo. Ibamos con una idea preconcevida, quizas fomentada por nuestra ignorancia viajera, y cuando descubrimos aquel paraiso visual ocurrió lo que normalmente sucede cuando te encuentras en una situación que te agrada. Las horas parecen que pasan más rapido de lo normal y piensas que debes aprovechar cada hora para no perderte nada.

Una de nuestras primeras paradas, totalmente recomendada, fue Marväo. Una encantadora villa medieval en la frontera portuguesa que fue levantada a más de 800 metros de altura sobre una de las cumbres de la sierra de São Mamede, a seis kilómetros escasos de la frontera con España. Una inexpugnable montaña de granito la separa de los valles y las dehesas.
Para llegar a ella tuvimos que trepar por fatigosas curvas que nacen a sus pies. Una vez arriba, el sacrificio valió la pena.

Marväo fue fundada por los arabes y tiene un aspecto medieval, blanca como la nieve, empedrada e irregular, tortuosa y empinada, protegida por una gruesa línea de murallas oscuras en cuyas esquinas se abren baluartes, matacanes y garitas.
El castillo de Marvão fue uno de los más importantes emplazamientos defensivos al Sur del Tajo. Declarado monumento nacional, sus fuertes defensas le hacen un castillo inexpugnable.

Graco84, recuerdas a este pequeño guía de Marväo?? Me temo que se ha echo famoso sin proponérselo, menudo temperamento se gastó con nosotros!! No lo había pensado hasta ahora, pero todo en esta preciosa villa es blanco :)

1 comentario:

Graco84 dijo...

Que te voy a contar yo de este viaje que tu no sepas, tras tantos kilómetros quemados, tras tantas vivencias preciosas, tras tantas miradas pérdidas más allá de las ventanillas y encontradas bajo las sábanas, ¿qué te puedo decir?
Que el Sol a veces da calor pero que tus besos queman y que la distancia no es más que un paseo si tu eres mi acompañante.
Me lo he pasado genial de copiloto, no te perdí ni una vez, ejem, bueno un poco en Lisboa...
Te quiero bicho.