martes, 13 de mayo de 2008

Aprendiendo a convivir. Episodio 2

Desde que empecé a trabajar en mi actual empleo, siempre tuve la impresión de que todo el mundo vivía en un entorno laboral muy ameno y fraternal ... como suele ocurrir, luego te das cuenta de que las cosas no son tan bonitas como parecen al principio.

Existía (y hablo en pasado porque actualmente ésto ya no se cumple) una rutina casi de camaradería entre los miembros de la oficina de nutrirnos unos a otros con desayunos variados: galletas, bollitos, Crispis, barritas de cereales, etc ... para poder matar el hambre durante las horas de trabajo.
Durante un tiempo, en la oficina nunca faltaba de nada, podías desayunar tranquilamente tu porción diaria de alimentos sin dudar que al día siguiente, igual que tú habías ofrecido al resto, alguien (más bien un alma caritativa) tendría el detalle de traer otro manjar para suplir las necesidades alimenticias.

Con el tiempo, fui observando desde mi situación privilegiada al lado de la cocina, que todo el mundo cogía y que sólo unos pocos eramos los que traíamos cosas. Tengo que aclarar que tampoco ofrecíamos grandes delicatessen, pero del mismo modo que todo el mundo se comía hasta las migas de las magdalenas Martinez (porque aquí todos comemos, y mucho!!) al día siguiente esperabamos con lagrimas en los ojos unas tristes galletas del Hacendado imitación de las famosas Chiquilin.

Pues bien, debido a esta nueva tesitura, tomamos medidas y desde entonces he de reconocer que escondíamos la comida detras del fax (un gran sitio por cierto!!) para que nadie pudiera robarnos nuestro mejor momento del día: el desayuno. Tuvimos la suerte de que justo cuando pusimos en funcionamiento nuestro plan, muchas de las NO aludidas a aportar alimentos y sin embargo SI dispuestas a comerse todo lo que pillasen por banda, iniciaron la tan famosa "Operación Bikini" (este es otro tema que ya comentaré con calma porque podría eternizarme).

El tema llegó a rondar la tragedia cuando directamente te preguntaban por las galletas, ¿que pasa, no tenemos galletas hoy?, como si de hecho fuera tu obligación alimentarlas. Pero bueno, el asunto se tranquilizó durante unos meses de contrabando de alimentos. Galletas escondidas, paquetes de Donuts que nadie ve pero que de repente el emboltorio está tirado en la basura ... nunca quisimos llegar a estos extremos.

Hoy he revivido este pasado oculto y por eso he decidido darlo a conocer. Menudo morro tiene el personal!!! Alguien trajo el viernes pasado un paquete de barquillos y se descuidó, lo dejo en la cocina y ayer ya no quedaba ni el plástico que los cubría. ¿Que ha pasado? Nadie lo sabe y nadie confiesa.

Esta mañana estoy cogiendo mi café cuando de repente una de las principales implicadas, llamémosla "Cookie Monster" me ha comentado (como cualquier niño pequeño cuando quiere obtener una chuchería) lo mucho que anhelaba aquellos famosos bollos familiares que en ciertas ocasiones traía y que tanto la gustaban. Seguidamente me dice, "se me han olvidado traer las galletas que tenía preparadas" y mi cara ha sido de ... perdona??? desde cuando traes tú galletas?? y lo que es peor aún, se puede saber porqué has dejado la dieta??

2 comentarios:

Graco84 dijo...

Joder, parece que tu trabajo de oficina se ha convertido en una expendedora de metadona en las Barranquillas, miles de yonquis destrozan los despachos en busca de galletas y dulces para saciar su "mono". Ten cuidado, ya te he encargado un bate para defenderte.

FelpAelástica dijo...

Yo llevaría esos famosos bollitos familiares impregnados en unas gotillas de laxante... seguro que era la última vez que robaban comida.